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martes, 23 de noviembre de 2010

LA ARQUITECTURA SE HACE COMIDA EN LA MEDELLÍN METROPOLITANA

LA ARQUITECTURA SE HACE COMIDA EN LA MEDELLÍN METROPOLITANA

Por: Dionisio Pimiento para Semana Cocina



“La ciudad pensada, la soñada, la vivida y la planeada”: cuatro fueron los ejes de Ciudad Abierta, el espacio que acogió a la Bienal Iberoamericana de Arquitectura que se cumplió durante el mes de octubre en Medellín. Se habló de arquitectura en asocio al arte, a la moda y a lo efímero, a la convivencia y a la recuperación social (un sueño que casi acariciamos pero que ahora puja por desmoronarse). Pero y, ¿la relación entre arquitectura y comida? Alguien diría que es más banal ser el arquitecto de un restaurante que de los hoy simbólicos parques bibliotecas, o del Orquideorama o de las cajas rojas de Explora, pero el espacio físico del restaurante nos conecta con el territorio en torno al fuego como símbolo protector del hogar. Hoy la arquitectura de la mano de otros saberes y disciplinas, tiene el reto de hacer del restaurante el espacio de las “experiencias”.



Como ya lo dijese en una crítica gastronómica previa, construir y cocinar son dos actividades hechas por y para humanos que, en principio, responden a necesidades primarias indispensables para nuestra supervivencia y calidad de vida. Ambas reúnen la voluntad por el contraste en colores, volúmenes, texturas y sabores; impera un sentido de la crítica de los “otros” para quiénes se trabaja, y un interés mediático creciente.



Desde mi propia “Ciudad Abierta” he recorrido física y mentalmente aquellos espacios de este Valle de Aburrá pensados para comer. Por supuesto mi reflexión comienza con Carmen y su preciosista trabajo de recuperación de un antiguo taller de motocicletas, el ladrillo y la cocina a la vista, y el deck del que ya penden muchas plantas colgantes y en el que suenan algunas ranitas. Acario las bellas mesas intervenidas por artistas en Bonuar y el trabajo de serigrafías evocando las baldosas de la primera mitad del siglo XX. Desciendo por La Casa de las Piedritas en Envigado, distribución que aprovecha la montaña ligeramente escarpada para ir descubriendo cada mesa. Recuerdo la ingeniosa solución espacial que le ha dado forma a Los Containers, espacio en el que cohabitan wraps, tapas, hamburguesas, postres y joyeros. Me instalo en medio de la forma circular de Casablanca, espacio para comer, oír música y mercar. Me paseo por las Islas Griegas recreadas en Blanco de El Cielo. Ingreso a El Herbario en el que sus tres socios colonizaron una nueva calle con una arquitectura limpia y usaron de manera magistral el cemento liso en pisos. Aprecio la recuperación de una pequeña capilla en El Retiro para dar vida a La Vecindad.



Arquitectura y comida, espacio y cuerpo, creación y emoción, efímero o durable.

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