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lunes, 21 de enero de 2013

Food design


Por: Dionisio Pimiento (@dpimiento/twitter) para Decanter

¿Por qué comemos el pescado en deditos apanados? Horas, días, semanas … la misma pregunta da vueltas sin parar en mi cabeza. ¡Cuánto se ha complejizado el comer! Antes cazábamos o pescábamos, luego empezamos a cultivar y a conservar, hoy transformamos tan profundamente lo que comemos que quizás ya no sabemos qué es lo que comemos. Nos gusta que la carne no sea carne y que cada producto esté tan milimétricamente planeado y concebido que incluso hemos llegado a estandarizar sabores, olores, crocancias y sonidos.

Sin duda, como lo dijese Fischler, somos unos omnívoros pero que transformamos todo lo que queremos comer. Somos unos consumidores que esperamos más y más, sin sacia. Empezamos a estar hartos de la mera funcionalidad de los alimentos y de promesas “invisibles” que no percibimos al instante  No queremos sólo alimentos que alimenten, sino que conjuguen forma y función.

Habrá quién titule todo esto innovación, otros dirán que es marketing y habrá quién use la expresión “sicología en la comida”. Sea como sea que le llamemos, este territorio híper controlado de la alimentación a abierto campo a nuevas labores como la del food designer o la del sound designer. ¡Sencillamente increíble a lo que hemos llegado!

Todo un descubrimiento saber que valoramos más los alimentos de color rojo que en negro por lo que esos food designers se han dedicado a  dar este color a todos los productos posibles; así como a buscar la forma “perfecta” de la pasta para bañarse de forma “perfecta” con una salsa “perfecta” (con cierta viscosidad, brillo, color, consistencia … todo muy estandarizado).

Y esos mismos sicólogos de la comida han afirmado que una sociedad móvil necesita una alimentación móvil y han concebido de la mano de otras formaciones, nuevos productos y empaques. Estos sicólogos son lo que supuestamente han ayudado a concebir el huevo de Kinder Surprise como símbolo de la fertilidad, el mismo que damos a nuestros hijos con tanta tranquilidad por la calidad del chocolate, su aporte vitamínico, su suave sabor y claro, por la sorpresita al interior. O son los mismos que definen al hot dog como el símbolo de la sexualidad. ¡Wow! Y yo que lo hubiese definido como el símbolo de una noche de fiesta o de una comida en jeans de domingo.

Desde la industria alimentaria ha habido un claro interés en la síntesis y creación de aromas y de sonidos. Sí, es que nada es gratuito. Ha sido diseñado el crunch ideal de las papas fritas, de una galleta o de los corn flakes; y el consumidor espera escucharlo mordisco a mordisco. Los sound designers argumentarían que la consistencia y la resistencia de cada alimento es el 60% del gusto de un producto.

¡Cuánto hemos modificado la comida! ¡Cuánto la hemos ajustado a los procesos culturales, a la emocionalidad y a la necesidad de nuevas experiencias sensoriales! ¡Cuán insaciables somos como consumidores!

¿La sociedad se expresa a través de la alimentación o a la inversa? Iré a buscar un hot dog para pensarlo.