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martes, 23 de abril de 2013

3 viajes, 3 momentos


Por: Dionisio Pimiento (@dpimiento/twitter) para la Revista Volar, de Satena

Una semana de aquellas que llamamos de “locos” me llevó de Bogotá a Cartagena y luego a Medellín en sólo 2 días. En cada vuelo mi única reflexión era como ser muy ágil en la cita y llegar a rápidos acuerdos para tener un par de horas y regalarme al menos un momento especial en cada ciudad. La decisión por supuesto era compleja: qué visitar, un solo lugar en cada sitio, que compensase lo que no podría recorrer y me diese suficientes ánimos como para tomar el siguiente avión.

Salgo de mi cita en Bogotá con un “vamos a pensarlo, a meditarlo, a analizarlo, a llevarlo a unas tablas dinámicas para…”. Tomo un taxi,  necesito reponer mis energías. Después de tanto Excel necesito una Colombiana, un tamal, unas almojábanas, unas rebanadas de pan, mucho queso y más mantequilla. También quiero una tasa de chocolate muy espumosa y una changua … sí, lo quiero todo,  pues aunque dicha combinación en el papel revuelva el estómago, en vivo y en directo es un placer.

Estoy por supuesto en La Puerta Falsa en La Candelaria. Aquí, sentadito en una de las mesas tipo pupitre, viendo la virgen empotrada en la pared, disfrutando con las vigas de madera y el letrero que indica que este sitio abrió sus puertas en 1814 de seguro en un día tan lluvioso como el de hoy. Con razón los policías de la mesa de al lado se cuentan entre sí el chiste clásico de porqué Quesada fundó aquí a Bogotá: pues porque al llegar hace muchos años a estas tierras dijo “quedémonos hasta que escampe” … y ya van siendo casi 10 millones de capitalinos los que siguen esperando.

Siguiente vuelo y aterrizo en Cartagena. Tomo el taxi en el Aeropuerto y la ruta está clara, esta noche yo la paso en la Plaza de la Universidad de Artes en la Ciudad Antigua; allí,  al lado del Santa Clara pero no en el Santa Clara. Me sentaré en la plaza con Dora, una mujer parca que desde hace 45 años domina como pocas el arte de la fritura. Será una noche de avena fría, de muchas arepas de huevo -con y sin carne-, de kibbes, de carimañolas y buñuelos de frijoles; de papa rellena, de empanadas de pollo y de chorizo. Será una noche en la que todo lo acompañaré con suero  y con ají. Será una noche larga caminando por las mismas calles de la Cartagena colonial y  de seguro, algún roncito se atravesará en el camino.

La mañana empieza con retrasos, todos llegamos aquí tarde a nuestras citas. “Claro, lo haremos … vamos pensándolo, con calma …. Tenemos el tiempo. No nos estresemos”. Con esta filosofía salgo hacia mi último vuelo … tanta serenidad casi me hace perder mi avión. Ya en Medellín atacamos directo el encuentro: ”por supuesto, todos de acuerdo,  firmemos ya, empezamos así y mañana mismo. Éste proyecto será el mejor del mundo, el más grande, el más relevante, el más...”.  Bueno hay que celebrar al menos un logro aunque no sé sinceramente si será o no "el más". Qué mejor recompensa que una arepa DOC, con Denominación de Origen Controlado como diría Álvaro Molina:  “artesanal, carnosa por dentro, tostada por fuera, crujiente, apetitosa”.  Así la pido en Doña Rosa y con una de esas tajadas redondas de quesito cuya circunferencia es exacta a la de la arepa. Un mordisco más y terminan estas 3 historias.